domingo, 15 de abril de 2012

Los alumnos dicen


Todas las personas, durante nuestro efímero tiempo de vida, tenemos que hacer frente a un conjunto de vicisitudes que nos son ineludibles.  A ello se añaden las preguntas vitales y la dificultad de acceder a sus respuestas.
Todo esto nos obliga a indagar en nosotros mismos y con otros, ahondando en nuestros anhelos de liberación, salvación y eternidad, y provoca, en parte, la actitud religiosa.
La religión es un hecho inextirpable de nuestra vida. Indica poder sentir lo trascendente. Se trata de creer en algo no inmanente, sino más allá de la realidad sensible. Esto es  algo genuino del hombre.
 La religión es una relación estrecha y duradera con lo divino. Es la unión entre el hombre y Dios, alguien, este,  que siempre tendrá un misterio para nosotros.
Con mitos, símbolos y ritos tratamos de acceder al ámbito de lo sagrado, de lo que rodea a Dios, opuesto a lo profano, propio de la vida de los hombres.
Cada religión tiene sus concepciones y representaciones propias, sus propios iconos, cordialmente expuestos para relacionarnos, recordar y hacer presente lo sagrado.  Con los iconos hacemos un parangón entre lo que vemos y lo que desconocemos.
La religión tiene sus desviaciones, como podemos considerar a las sectas.
Todas ellas lideradas por  hombres carismáticos, frecuentemente ególatras, con tintes mesiánicos, que promete la salvación, en quien se cree ciegamente, pero que no son nada altruistas, sino que buscan su propio beneficio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario